Siempre traté de la misma manera a todos mis pacientes, lo cual no quita que con unos tuviera un poco más de confianza por tener un trato más asiduo.
Dicho eso, permitidme que escriba estas líneas en recuerdo de una paciente con la que tenía mucha confianza, al igual que muchos vecinos de Mera y alrededores, ya que era una institución, igual que Casa Andrea, el bar tienda y estanco que ella regentaba.
Hace unos días falleció a los 88 años MARGARITA MARISOL FRAGA DIAZ, Marisol de Andreita como era conocida por muchos vecinos y clientes.
Cuando llegué a Mera no conocía absolutamente nada ni a nadie. Me indicaron que había un bar al otro lado del puente donde podía tomar algo. A los dos o tres días de estar allí trabajando, tenía que hacer guardia en el Centro de Salud de Ortigueira. Fui a Casa Andrea el día interior y pregunté si podría comer allí al día siguiente. Había dos mujeres, una ya mayor y otra de mediana edad, Andreita y Marisol. Con toda amabilidad hacia un forastero que parece ser que iba a ser el Practicante del Consultorio, me dijeron que si, que podía comer allí. Posteriormente me di cuenta que ya no daban comidas y que lo hacían conmigo por deferencia.
Comí aquel día en la galería, que para los que conocían a Marisol, saben que era una zona muy restringida y no utilizada habitualmente. Creo que lo hicieron para que comiera un poco apartado de la vista de los que allí estaban, que también me miraban con curiosidad. Un forastero en un lugar tan pequeño es normal que levante cierta curiosidad.
Quiero recordar que de primero me pusieron una sopa muy rica y de segundo, eso si lo recuerdo perfectamente, una merluza a la gallega con guisantes que te chupabas los dedos. Después, pasado el tiempo, me fui enterando que Andreíta, la madre de Marisol, era una gran cocinera.
Ese por lo tanto fue mi primer contacto con Casa Andrea, con Andreíta y con Marisol.
Cuando yo conocí a Marisol aún era bastante joven, tenía 56 años. Parece mentira, pero el tiempo pasa para todos. Yo era un chaval cuando llegué a Mera y ahora casi tengo 70 años.
Casa Andrea fue fundada por Andrea Cornide Cortés a mediados del siglo XIX, que es la persona que da nombre al bar que todos conocemos ahora. Esta señora era bisabuela de Marisol. Como podemos comprobar, una saga de cuatro generaciones, lo que aparte de mis observaciones , me confirma que era toda una institución en Mera y el centro de la vida social de ese pueblo tan querido para mi.
Puerta de entrada al bar de Marisol
Me emociona ver esta foto donde aparece la puerta de entrada al bar de Marisol. Me emociona pensar la cantidad de veces que pasé por esa puerta, que ahora ya esté cerrada y Marisol fallecida.
Marisol siempre era amable con todo el mundo. Sabía llevar muy bien su negocio tal y como había aprendido de su madre Andreíta.
En el bar siempre había mucha actividad, no solamente por los lugareños, sino también por gente de paso que venía a comprar tabaco , El bar de Marisol era también un centro logístico y una estación de autobuses.
Marisol, te dejo aquí este paquete que lo va a recoger fulano.
Marisol,¿ ya pasó el autobús para Ferrol ?.
Marisol, ¿a que hora pasa el tren de las cuatro?.
Marisol, venía a buscar un permiso para pescar el jueves.
No solamente era un lugar que daba los servicios propios del negocio, sino que también era una oficina de Información. Y Marisol siempre controlando todo eso.
Mucha gente esperaba allí el autobús para Cariño o para Ferrol, por eso digo que también era como una estación de autobuses donde los viajeros tomaban algo mientras esperaban o simplemente estaban allí sentados esperando sin más. Recuerdo allí esperando el bus para Cariño a pacientes mías como Luisa Freire, Isabel Vilela la mujer de Lentes, Domitila de Landoi o María de Feás entre otros.
Allí también era el punto de reunión del staf sanitario de la Farmacia y del Consultorio Médico, al que se nos unía muchas veces Suso el panadero cuando paraba allí repartiendo el pan. Tenemos pasado allí juntos momentos muy agradables con María, Pili, Pedro, Jesús, Suso y yo mismo. Siempre lo recordaremos con mucho cariño. Para mi son el recuerdo de momentos inolvidables.
Recordando a Marisol, que es el objetivo de este artículo, me vienen a la memoria cantidad de personas, pacientes mios, que cerrando los ojos los puedo ver en el mostrador de Casa Andrea.
Estoy seguro que Marisol aceptaría con mucho agrado que en este pequeño homenaje a ella recordara a muchos de sus clientes y anécdotas vividas. Todo eso formó la totalidad de su vida durante muchísimos años.
Me sería muy difícil recordar a todos y sobre todo escribirlo aqui ya que sería muy largo, pero hay algunos que si voy a mencionar.
Siempre siendo muy discreto y con aquella fase mítica de cada uno a lo suyo, me acuerdo de Cesar de la Feria. De Mechoso viniendo a paso lento apoyado en su bicicleta y que casi siempre estaba fuera apoyado en la pared. De Germán el del Banco, buen amigo muy agradable y muy amigo de Marisol. Me acuerdo que llegaba, ponía con un golpe las llaves encima del mostrador y decía ; Marisol, si preguntan por mi dales las llaves y que cojan lo que necesiten. De Pepe Barcón, hombre también discreto y que recuerdo con cariño. Siempre sentado en la parte izquierda del mostrador. De él siempre aprendí una frase que me decía muchas veces ; Canto menos pregunte, máis lle contan. De Roberto, hombre también discreto que venía andando lentamente sobre las 13.00 horas y a la derecha del mostrador se sentaba, tomaba su vino y leía el periódico. De Villar padre de Balbino jugando a la máquina. De Paquito y sus historias de familia con el Cardenal Rouco. De Alfredo el albañil ; que Marisol ¿chove ahora no desván ? Alfredo le había arreglado de forma magistral el tejado de la casa a Marisol, Ella antes del arreglo estaba siempre preocupada repartiendo recipientes por el desvan cada vez que llovía.
Javier el Cartero, Manolo Fraga, Suso de Fraguio, Manolo Lentes, Moncho de Salgueiro, Juan el Sevillano, Jerónimo Mariña, Cundo, Juan el Chapista, Salustiano, Bernardo, Modesto, Manolo Bouzamayor, Codesal, José de Porteiro, Laureano, Domínguez de Leixa, Cribeiro, Nicolás, Casano, Monso, Julio Crego, Ramón Crego, Montero, Luciano, Chentolo, Andrés el carpintero, Antón María, Nino, Albino, José Sixto, Pistón, Pedro de la Estación, Marcos, Juan Andrés, Fernando de Laxe, Pedro Polo, Manolo de Las Cascas, Vicente el Maestro, Joaquín, Iñigo, Miro, Suso López, Rafa, Fernando de Peteiro, Luis Sordo, Balbino, David de Mera de arriba, Carlos de La Ría, José de Alfredo, Jaime de Landoi, Cesáreo Alvelo, Peteiro, Primitivo, Vicente , Tito de Licio, Ricardo Cao, Chente, Florentino, Manolo el de Irene, Piñeiro, José Manuel, Juan el Panadero, José Ramón, Vicente de Sira, Moncho Barcón, Mario de Amelia, Carlos de Mera de arriba, Pepe el rubio, Telleira, Felix da Feira, Juan el Panadero, Tinito, Manolo do Forno, Pepe del Bar, Ricardo Gabeiras, y como no Mauro, que era todo un personaje. Paraba poco en el bar pero siempre hablaba algo conmigo y su recuerdo lo dejó plasmado Marisol en su querido patio con una exposición de originales esculturas de Mauro.
De Mauro en al patio de Marisol
De Mauro en el patio de Marisol
De Mauro en el patio de Marisol
De Mauro en el patio de Marisol
Como pasaría en otros lugares, el bar del pueblo, en este caso el bar de Marisol, era mayoritariamente un lugar al que acudían los hombres, por eso recuerdo con mucho cariño a una mujer que venía asiduamente a tomar el café y que era tremendamente simpática y agradable. Amelia, la madre de Victoria la de la carnicería. Me tiene contado muchas cosas sobre su vida en Inglaterra. Historias muy tristes sobre su vida de niña y otras muy alegres sobre el marido italiano con el que se había casado y que tan bien hablaba de él. También Marisol le tenía mucho cariño.
También recuerdo a Irene la madre de Miro. A María do Castro, a Montse la de Fernando, a Loli de Vilar, a Loli de Modesta, Manuela de Mera de arriba, Mari de Vilar, Paloma y a alguna otra mujer, aunque eran minoría entre la clientela masculina del bar.
En los últimos años Marisol ya se incorporaba más tarde a la actividad en el bar, pero estaba muy bien atendido por Adela que llevaba tiempo trabajando en Casa Andrea.
Marisol y Atilano Anllo, padre de Gerardo y Luis
El bar de Marisol tal como ella lo dejó
El bar desde el otro lado
Le gustaba , a pesar de que estaba cerrado, tener todo bien colocadito y limpio, como si fuera a abrir la puerta al día siguiente.
La trastienda quedó colocada como siempre
Estas fotos del bar, hechas hace unos días, ya fallecida Marisol, las hizo su hijo Luis a petición mía ya que yo no tenía ninguna a pesar de pasar por allí durante 28 años. Como podeis ver, así era la forma en lo que lo tenía Marisol, a pesar de llevar varios años cerrado. En la última visita que le hice en Mera, entramos en el bar y me lo enseñó muy orgullosa; me gusta tenerlo como cuando lo dejé. Aunque se que no lo voy a abrir, pero me gusta que esté cuidado. Es una ilusión que me queda.
Si hay un homenaje que puedo hacerle a Marisol y que a ella le gustaría, es mostraros su querido bar, en el que trabajó toda su vida hasta los 80 años. Asi como lo veis es como lo tenía Marisol antes de dejarnos.
Como os dije, Marisol trabajó como autónoma creo que hasta los 80 años. Recuerdo que un día, ya próxima a los 80 años, había cogido la baja por una operación de vesícula. Un inspector amigo mio me llamó de Inspección de la Seguridad Social y me dijo ; no os habreis equivocado. ¿ Esta señora sigue trabajando con esa edad ?.
Pues si, aún estaba trabajando y cotizando.
Esta ultima época en el hospital me decía que su intención era trabajar hasta los 85 años, pero tuvo que adelantar la jubilación a los 80 por culpa de una traqueotomía que hubo que realizarle.
Marisol en su cocina no hace mucho tiempo. Foto de su nieto Jorge
Marisol con su nieto Jorge y su biznieta Nerea
Marisol siempre tenía en su mente, y creo que no me equivoco, que no podía cerrar su Bar. Tenía totalmente asumido que su casa era una institución y que Mera y Casa Andrea iban totalmente unidas y que el futuro de Casa Andrea sería el futuro de Mera.
Hay otros factores que influyen en el futuro de Mera y de la comarca , pero lo que está claro, bajo mi punto de vista, es que al cerrar el Bar de Marisol hace unos años, Mera sufrió un palo tremendo del que nunca se recuperará. Para mi es muy triste decir esto y me causa mucho dolor de corazón. Menos mal que Cristina cogió en parte el testigo al comprarle el estanco a Marisol y no dejar que se marchara de Mera.
Casa Andrea
Desde el punto de vista profesional yo me preguntaba muchas veces como Marisol podía seguir de pie o viva con todos los padecimientos que tenía ya desde hacía bastantes años. Pocos pacientes conocí con esas ganas de vivir que Marisol tenía. Esa fuerza de voluntad la empujaba para poder recuperarse después de cada ingreso que tenía. Recuerdo que hace un año o así, estuvo ingresada durante unos veinte días o más por un problema importante en una pierna, con una úlcera muy grande. Cuando le dieron el alta y después de unos 20 días sin andar practicamente, siempre pensé que Marisol de esa ya no se iba a recuperar. A los diez diaz de estar en casa ya había bajado al patio.
Siempre le decía ; Marisol, tu tienes que ser extraterrestre. Tú no eres como todos nosotros. ¿ De que planeta eres ? Se reía y se quejaba de que ya no era como antes
Otra cosa que desde el punto de vista profesional, y con mi experiencia de años de tratar con personas mayores, me llamó siempre la atención de Marisol era su lucidez mental. En ningún ingreso hospitalario se le fue nunca la cabeza, inclusó hasta el día que tuvo que ser sedada dado su crítico estado físico, estuvo totalmente consciente y lúcida. Su cabeza funcionó siempre perfectamente. Tenía una memoria impresionante. En las charlas que teníamos en el Hospital y también por teléfono cuando aún estaba en casa, me hablaba de muchísimas cosas, detalles, fechas y nombres de personas y parentescos que me dejaba asombrado. Parece ser que las personas que utilizan mucho su cabeza durante su vida tienen menos tendencia a la demencia o a perderla en situaciones nuevas como son los ingresos hospitalarios. Marisol por su negocio siempre estuvo con su cabeza en funcionamiento; precios, recados, pedidos, horarios. Su cabeza estaba siempre en actividad.
Fui a visitar a Marisol al Hospital " A. Marcide" casi todos los días de los 50 que estuvo ingresada antes de fallecer. Casi siempre iba por la tarde a la hora de la merienda. Muchos de esos días había en el hospital también ingresados cuatro o cinco pacientes mios de Mera y alrededores. También los iba a visitar y le contaba a Marisol como estaban. Me gusta ir a visitar a mis pacientes cuando me entero que están ingresados, aunque no siempre me entero.
El estar junto a Marisol todos estos días fue para mí como si lo hubiera hecho con todos mis pacientes, en Mera, Mera de Arriba, San Adrián, Feás, Landoi, Sismundi y San Claudio
Marisol no pudo soportar esta vez sus problemas y falleció el 18 de Mayo, muy asistida por una amiga suya, Mari Carmen , que nació y vivió en Mera, enfrente de la casa de Marisol. También rodeada de sus hijos Luis y Gerardo, su nuera y nietos.
Detalle de las manos de Marisol
Ahí reposan los restos mortales de Marisol
Marisol y muchos más pacientes mios, se encuentra enterrados en una lugar precioso, en O Cereixal, uno de los lugares con mejores vistas de Mera. El Cementerio de Santiago de Mera es muy bonito y muy soleado. Lo descubrí en su totalidad el día del entierro de Marisol, ya que no conocía su parte nueva. Pensé que solamente era lo que se ve desde el atrio.
Siempre que voy a visitar un lugar nuevo, sobre todo si son pueblos pequeños o aldeas, voy a visitar el cementerio. Hay cementerios que son preciosos como el de Mera, y como lo es también el Cementerio de Ortigueira.
Marisol, te deseo que estés descansando feliz en los lugares celestiales con el Señor. Llevaste la vida que quisiste o que las circunstancias te obligaron, pero siempre lo hiciste apretando los dientes y tirando para adelante. Igual que muchos de tus vecinos y gente de tu edad, fuisteis unos campeones y nosotros y las generaciones futuras os tendremos que agradecer siempre vuestro esfuerzo y dedicación.
Cuando me duche en la huerta en agua fria siempre me acordaré cuando me decías ; no te duches en agua fria que ya no eres un chaval. Te va a dar algo.
El día de tu fallecimiento se lo comuniqué a mucha gente que te conocía y entre ellas a una encantadora, simpática y joven Doctora, ahora ya mamá de dos hermosos niños, que estuvo trabajando en el Consultorio de Mera durante varios meses. La Dra. Helena de Castro. Seguro que te acuerdas de ella. Me dijo; "Lo siento. Espero que pueda tomar muchas empanadillas de cabello angel en el más allá " . Hoy aún se acuerda y yo también de esas maravillosas empanadillas de cabello de angel que te mandaba una confitería de Viveiro. " Helena, vamos a tomar unas empanadillas con el café " ..." no que engordan " ... "Marisol ponnos dos empanadillas" . ¡¡ Que ricas !!, decía Helena . Gracias Marisol por esas empanadillas tan ricas que me regalabas de vez en cuando y que recordaré siempre como a ti.
Sabes lo que le quiero a Mera. Le seguiré queriendo cada día más si cabe, y aunque irá envejeciendo y yendo cada vez a menos, como también lo voy haciendo yo, siempre seré un hijo adoptivo de Mera. De tu Mera.
Gracias Marisol en nombre de Mera, sus alrededores y de todos los que disfrutaron de tu buen hacer y de tu querida Casa Andrea.
Gracias Marisol por todo tu afecto hacia mi siempre.
Un beso del Practicante de Mera
Abel García López
En Neda a 6 de Junio de 2024